En esta obra Saramago expone lo más crudo de la naturaleza del ser humano. Mediante un fenómeno imprevisto, la ceguera blanca, la sociedad se ve sometida a una forma de vida y organización social extrema, carente de valores, cuyas actuaciones se orientan a la mera supervivencia y a la consecución de los deseos propios, sin importar los demás. La historia está narrada con fluidez y su contenido es memorable, sin embargo, es posible que al principio choque un poco o que no guste, debido al estilo tan particular del autor, donde la narración se sucede de forma continua, con diálogos separados únicamente por comas, y la dureza del fondo. Pero si por algo destaca este relato es por su carácter universal y atemporal, pues al terminar su lectura deja un vacío y una puerta abierta a la reflexión sobre la manera en que vivimos, nos relacionamos, juzgamos y apreciamos a nuestros iguales, según lo que creemos ver. Además, la atemporalidad se sustenta en el hecho de que Saramago nunca destaca nombres de personas, ni lugares, sino que estos son inexistentes o sólo conocidos por una inicial. Una lectura muy recomendable, pues sus palabras no perderán vigencia.
hace 14 años
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