El Lobo estepario del sorprendente Hess, me resultó, después de leer a Sidhartta, tan sabio, tan culto sobre el induismo y el brahamanismo, una cosa totalmente opuesta, pero en la base es lo mismo.
Sidhartta fue una experiencia acariciadora aún con el conflicto intenso entre el bien y el mal, la paz y la guerra, los conflictos personales y la aceptación. Además con un argumento lineal. Me hizo meditar y sentirme bien.
En cambio en Lobo, aparte de leerlo con tremenda frustración, Hess desconstruye la novela en su argumento lineal y se inventa diferentes técnicas o estrategias simpáticas y diferentes, cuando de diferentes perspectivas nos incrusta la personalidad compleja, traumada, árida, estéril, conflictiva del personaje principal.
En ese descubrir al personaje por una tercera persona, por un documento misterioso que aparece de la nada, por el mismo relato del protagonista o por quien los describe, como la chica del Halcón de hierro, nos hacemos amigos del sujeto, lo despreciamos, sentimos compasión, esperamos que termine de matarse, y a la vez que luche y sobreviva.
Lo mismo pasa con la vida humana y lo vemos en los dos libros mencionados y también ya lo había visto en Narciso y Goldmundo. Hess es un preocupado por la existencia humana y trata de novelizar sus internas conflictividades.
Cuesta leerlo, como cuesta descifrar un códice, pero al terminar ya uno no es el mismo.
hace 5 años
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