En esta novela breve, que destila ironía, la autora se mete en la piel de un personaje que tras un desengaño amoroso se “arranca el corazón” y deja de sentir. Tras ese suicidio sensorial se convierte en un perfecto asesino a sueldo.
Desde el punto de vista del protagonista, por el que casi sentimos simpatía, leemos sobre la ausencia de remordimientos, el placer en el trabajo, la música que lo absorbe, sus reflexiones filosóficas, hasta que uno de sus encargos le hará reaccionar de modo distinto. Con su habitual estilo directo y mordaz, narrado con mucha destreza, quizá pueda considerarse uno de sus libros más controvertidos y extremos. Personalmente me ha gustado mucho, aunque reconozco que me estoy volviendo fan incondicional de sus novelas.