Los que me conocen saben que soy fanático de la novela negra, pero me reconozco un defecto como tal: no pasé por la lectura de los autores clásicos del género. Inicié ya de adulto su lectura, me enamoré del noir con las novelas de Paco Nacho Taibo II y su detective Héctor Belascoarán Shayne, y de ahí me seguí leyendo todo lo que pudiera del género, pero, sin excepción, pura novela contemporánea, esa pletórica de realismo, que ocurre en un mundo negro, de temática oscura, con investigadores alcohólicos, irrespetuosos de la jerarquía, perdedores natos que nunca encuentran el final feliz.
Mi padre era un apasionado lector de la novela policial. Y sus preferidas -siempre lo tendré presente- eran las historias de Agatha Christie, situación que no aproveché a mi favor para conocerla, pues estaba en plena adolescencia, y mis intereses literarios andaban más por José Agustín, Gustavo Sainz, Jorge Ibargüengoitia, Vargas Llosa, García Márquez y anglosajones y/o europeos como Stephen King, Irving Wallace, Harold Robin, León Uris, James A. Michener, Frederick Forsyth, etc., novelistas muy famosos en los 70´s en mi país.
El caso es que a mis veinte años, mi padre falleció, y ya no entraron las novelas de Christie a mi casa, y las que había, desaparecieron en un descuido de mi parte, así que, pasaron los años hasta que en el 2012, durante la Feria del Libro de Monterrey, más buscando honrar y recordar a mi padre, que como proyecto serio de lectura futura, me hice de una pequeña y hermosa colección de 10 tomos, editada por la editorial catalana RBA.
Iniciando el 2020 decidí participar en un interesante reto de lectura convocado por Librópatas y su grupo de Facebook retópata. Así, recibí el impulso necesario para conocer a la admirada autora paterna. El punto 4/24 nos invita a leer una novela que transcurra mayoritariamente en un medio de transporte, así que esa fue la afortunada razón por la que me enfrasqué en la lectura de “Asesinato en el Oriente Express”, de la reconocida autora británica, por lo que estoy muy agradecido con mis amigos retópatas.
Agatha Christie (1890-1976) publicó su primera novela, “El misterioso caso de Styles” en 1920, y es desde su ópera prima cuando introdujo el personaje de Hercules Poirot, quien le protagonizó 33 de sus novelas, y que apareció por última ocasión en “Telón”, publicada en 1975. A lo largo de cu carrera, publicó 66 novelas policiales, 6 románticas, 14 cuentos y también escribió para el teatro. Es considerada por Guinness como la novelista más vendida y su contribución al género es invaluable e innegable.
Un variopinto grupo de personajes viaja confortablemente en el Oriente Express cuando, en la mañana del segundo día del viaje, y en territorio de la antigua Yugoslavia, una copiosa tormenta de nieve detiene su viaje. Un empleado de coche cama encuentra el cadáver de Mister Ratchett, cosido a puñaladas. El reconocido detective belga Hercules Poirot, que por casualidad viaja en el Express, es contratado para investigar y encontrar al culpable antes de que intervenga la policía local.
Descubrir al asesino, se convierte en un juego para nuestro genial detective, un juego donde no existe la tecnología, ni la ciencia, ni los grandes grupos de investigación. En la búsqueda del homicida del “asesinato en el Oriente Express”, solamente la observación, la escucha atenta, y las células grises del cerebro de Monsieur Poirot, serán puestas al servicio de la causa.
Así, Agatha Christie, fundadora de un selecto club, integrado por un grupo de escritores de novela negra que definió los cánones del género, planteando la investigación como una partida de ajedrez, nos involucró en el brillante proceso deductivo de Poirot, recolectando y eliminando pistas y evidencias; escuchando, confrontando y analizando - mucha psicología- las declaraciones de los viajantes, hasta que, a través de puro intelecto, damos -¿damos, Quimo Sabi?- con la solución del enigma, culminando la investigación rápida y magistralmente, con un fuerte aroma a justicia poética.
“Asesinato en el Oriente Express” es un clásico del policial, y puede ser disfrutado por cualquiera al que disfrute del género. Yo lo disfruté mucho, en una noche llena de recuerdos.
hace 4 años
6
-4