A Javier Cercas lo descubrí en el 2009, cuando me encontré, y devoré con placer, el magnífico libro “Anatomía de un instante”, que narra la historia detrás del fracasado golpe de Estado que sufrió España el 23 de febrero de 1981. Fue tal el impacto que me me produjo su lectura, que después de leerlo, busqué y leí todo lo que encontré de la obra del escritor español, resaltando “Los soldados de Salamina” (2001), novela testimonio que lo colocó en el mapa de la literatura hispana y “La velocidad de la luz” (2005), ganadora de diversos premios, donde confirmó la gran calidad de su literatura.
Cercas pertenece a esa pequeña minoría de escritores hispanos que viven de lo que escriben. Columnista de El País, ensayista y traductor, Javier Cercas Mena ganó el apetitoso -es el galardón literario mejor dotado de las letras españolas: 601,000 Euros-, Premio Planeta 2019 con su novela “Terra Alta”
Cuando se anunció que Javier era el ganador del codiciado premio, se generó una ola de suspicacias y comentarios debido a que Cercas no formaba parte del amplio catálogo de escritores de la casa editorial, y apuntó a que pronto, el autor abandonará a la editorial Literatura Random House, casa que le editó y re editó casi todas sus novelas. Pero en lo general, el anuncio fue bien recibido gracias al prestigio del ganador.
“Terra Alta” es una historia policíaca, sobre un triple asesinato, y la investigación para encarcelar a los responsables de la tortura, mutilación, y ejecución de Francisco Adell, un anciano y rico industrial, su esposa y de una de sus criadas.
El terrible crimen ocurre en la masía familiar de los Adell, ubicada en Gandesa, capital de la comarca catalana de Terra Alta, donde las víctimas eran las figuras prominentes, principal fuente de empleos de la región, dueños y señores “de medio pueblo”; y como es común en los poblados pequeños, personajes queridos, envidiados y hasta odiados, pero eso sí, soterradamente.
Con un inicio vibrante y espeluznante, nos enteramos que la investigación de los crímenes estará a cargo de un grupo, encabezado por un juez, un par de inspectores y una sargento de la Unidad de Investigación Territorial de Tortosa -cabecera de la comarca-, y dos policías de la localidad: el caporal Ernest Salom, y el investigador Melchor Marín, lector voraz, llegado cuatro años atrás procedente de Barcelona, lector irredento de “Los Miserables”, y con una pasado misterioso, que le ha generado cierta fama entre los vecinos de la pequeña comunidad.
La novela trata sobre la justicia, las leyes, la venganza, el odio y la necesidad de la redención. También, sobre la literatura como conducto para conocer otras formas de vida. A medida de nos adentramos en la historia del protagonista, Melchor Marín, nos vamos enterando de sus motivaciones, que lo empujan, a pesar de las adversidades -y la tragedia- con que tropieza durante la investigación, a nunca cejar en la búsqueda de los asesinos.
Hablemos de Melchor Marín: su madre es Rosario, prostituta, profesión que ejerció, porque no conoció mejores opciones para salir adelante. Rosario ama a su hijo, y trata, inútilmente, de llevarlo por el buen camino, incluso, costeándole un colegio privado, del cual es expulsado, ya nunca logró integrarse, a pesar que su madre le señalaba que, la única manera de salir de la miseria, era a través del estudio. A su padre, Melchor no lo conocía, y especulaba con encontrarlo, entre los clientes de su madre.
El ambiente en el que vivía, ganó la batalla, y a partir los trece años, Melchor se la pasó bebiendo, peleando, y robando, de tal suerte que a los quince, ya había pasado tres veces por los tribunales, y por un corto período encarcelado en un centro para menores, donde conoció a un panameño que lo introdujo en un cartel colombiano que traficaba cocaína, donde fue escalando posiciones, hasta que la policía catalana, desarticuló la banda, culminando su carrera como narco, en la prisión.
Es en la cárcel donde tres sucesos impactaron fuertemente a nuestro protagonista: descubrió “Los miserables”, la extraordinaria novela de Victor Hugo; conoció a Domingo Vivales, un abogado que contrató su madre para defenderlo, y su madre, esa mujer, a quien nunca escuchó, falleció. Obsesionado por su muerte, leyendo y re leyendo “Los miserables”, Melchor emergió de su duelo, tomando una decisión inconcebible, que transformaría su vida: se puso a estudiar para ser policía.
Una novela, la historia que narra, el comportamiento de los personajes, deben ser verosímiles para el lector, para que la ficción funcione. La “verdad” en una la novela, depende de la capacidad de persuasión, de la fuerza comunicativa que el autor pone en su fantasía, del como utiliza su oficio para convencernos de su veracidad. Si estoy cierto que, fueron los libros de caballería lo que enajenó al Quijote, y lo lanzó por los caminos de La Mancha a rejonear molinos de viento, entonces, ¿ por qué me costó creer que, Melchor, tomándose al pie de la letra lo narrado en “Los miserables”, creyéndose que la vida es exactamente como Victor Hugo la cuenta, espoleado por la muerte de su madre -tan predecible por el sórdido ambiente en que se desenvolvía-, decidiera convertirse en policía? La literatura, ¿lo convenció que la venganza no era suficiente, y que para encontrar paz, lo que necesitaba era justicia? Al autor le gusta crear personajes en búsqueda de segundas oportunidades, con fuertes deseos a reformarse; ¿acaso cambiar, reinventarse, no es una de las aspiraciones humanas por excelencia?
En fin, el caso es que Melchor se gradúa, ingresa a la Policía de Barcelona, falsificando el certificado de no antecedentes penales -la cabra tira pa´l monte-; protagoniza una balacera con terroristas, por lo que se convierte en héroe, pero es invitado a trasladarse, para salvaguardar su seguridad a Gandesa, donde lo encontramos cuatro años después, felizmente casado con Olga, la bibliotecaria del pueblo, y padre de Cosette (así se llama la hija de Jean Valjean, protagonista de “Los miserables”), cuando ocurre el asesinato de los Ardell.
La investigación tiene un buen arranque: inmediatamente se cumplen con todos los protocolos para salvaguardar las pruebas, se integran los equipos de trabajo, se diseñan las líneas de investigación, se enlistan los posibles sospechosos, se analizan las posibles causas e inician las entrevistas y los análisis forenses; y aquí, termina la primera parte de la novela, entretenida, bien armada, mejor narrada.
Seis semanas después de los asesinatos, ocurren hechos, situaciones y decisiones que toman los jefazos, que provocan un giro completo a la investigación, entrando así, a la segunda parte de “Terra Alta”, con un Melchor en desacuerdo con las decisiones de sus superiores, dispuesto a saltarse las trancas, encarnando el espíritu de Javert, el policía fanático y obsesionado por atrapar a Valjean de su novela preferida, pisando callos, exasperando a propios y extraños, arriesgando su vida y la de su familia, sediento de justicia y venganza, decidido a atrapar a los culpables.
Para no extenderme más, permítanme mencionar algo sobre el final, sin “spoilear”: nos vamos a encontrar con un final forzado, que incluso, se da el “lujo” de introducir a la trama al ex presidente mexicano Peña Nieto, exhibiéndolo -textualmente- como un pendejo, fácilmente manipulable -su fama trasciende nuestras fronteras-, y que intenta -o cuando menos pienso que esa fue la intención- convencernos de que nuestras deducciones sobre el culpable, son erróneas, y que la solución va por otro lado.
Concluyendo: creo que el debut de Cercas, como autor de novela negra, fue más o menos afortunado; el más, por lo sustancioso del galardón que le otorgó Planeta. ‘Terra Alta” es una buena novela, pero por debajo del nivel de las anteriores ficciones del autor español. Quizá -solo especulo-, la oferta de Planeta para integrarse a su catálogo, lo llevó a escribir sin cuidado esta novela.
Me queda claro que, al no cerrarse la historia de Melchor Marín, se abren las puertas para crear una saga protagonizada por el policía, aunque puedo estar doblemente equivocado: en mi opinión sobre “Terra Alta”, y en mis especulaciones sobre el futuro de Javier Cercas y Melchor Marín.
No me gustó que no me me deslumbrara la novela de Cercas. Es de mis autores favoritos. Tiene talento y oficio para ofrecernos mejores libros. Quizá me quedé con esa impresión, porque lo leí completo, y de una sentada, el primer día del 2020, y siendo la primera lectura del año, mis expectativas estaban influenciadas por la fecha, cuando esperamos iniciar al cien nuestras actividades. Usted tendrá la mejor opinión cuando la lea.
Además del ya citado Premio Planeta, Javier Cercas Mena ha recibido varios reconocimientos por su labor periodística, sus libros, y por sus ensayos, entre ellos, el francés QPrix Ulysse, el Internazionale del Salone del libro di Torino, el Friuladria, el Internazionale Città di Vigevano, los últimos, en Italia.
hace 4 años
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