Deliciosa y de gran hondura en los personajes, esta es una novela tan sugestiva como cruel. Kawabata se recrea minuciosamente en todas las descripciones: el verano, Kyoto, la luz... al tiempo que nos va dibujando a un protagonista (y una antagonista desdoblada en dos personajes) lleno de matices y de vida. El final, abrupto y a la manera japonesa es, cuando menos, inquietante, pero sin duda creando un libro que dura más allá aún de la última página. Es un libro recomendado para lectores avezados, con buen gusto y capaces de apreciar el delicado estilo del autor, si bien el lector ocasional tampoco tiene por qué hacerle ascos a esta magnífica novela, puesto que no es pesada. Resumiendo, si eres un sibarita de la literatura más elegante y excelsa, ya estás tardando en leerte este libro.
hace 17 años