Consideraciones aparte acerca de si está justificado o no quejarse sobre la abundancia de novelas sobre la Guerra Civil Española (las quejas, no obstante, se pueden ahorrar limitándose el lector no interesado a no leer esos libros), el calificativo de “la novela sobre la Guerra Civil” estaba, hasta ahora, por adjetivarse. Porque si bien se contaba con abundante literatura, por la parcialidad de la inmensa mayoría de la misma de un lado de uno u otro bando, o por el enfoque reducido de su trama, no ofrecían a la obra en cuestión los méritos suficientes para ser tomada como una novela, en su globalidad, sobre el conflicto. Las aristas de los hechos son muchas, al igual que los episodios históricos que la jalonaron. De esta manera, Almudena Grandes, bajo una calidad literaria impecable en la forma y en el estilo, narraba el punto de vista desde la primera persona de los vencidos, obviando, en su ficción, las tropelías y salvajadas cometidas por éstos antes de su derrota. También, en otro ámbito, Foxá o Vizcaíno Casas, si bien con una calidad literaria bastante menor que la de la madrileña, dejaron novelas que recogían hechos pero desde su órbita ideológica (también, dicho sea de paso, con un sectarismo menor pese a su parcialidad). David Uclés, pese a que de las páginas de la “La península de las casas vacías” se desprende una adscripción ideológica hacia la izquierda (reflejada de forma más clara en sus entrevistas), consigue ser objetivo aunque no sea neutral. Cualidades estas, la objetividad y la neutralidad, que aunque sean parecidas representan cualidades distintas sólo apreciables por quien tenga la primera de ellas. Por eso, si algo ha plasmado bien en las casi setecientas páginas de la obra, es, ante todo, la manera con la que inocentes de una y otra ideología (o sin ideología) fueron víctimas de aquella locura en la que, tanto los unos como los otros, como bien se refleja en la novela, cometieron las más inimaginables atrocidades. A ello, debemos unir el mérito de plasmar los elementos propios del realismo mágico al más puro estilo de “Cien años de soledad”, haciendo a Uclés acreedor de que Jándula (el pueblo ficticio de su novela) sea comparada por Macondo por muchos críticos literarios. Fenómenos meteorológicos previos al alzamiento. Cambios anatómicos en algunos de los miembros de la familia principal de la obra (en torno a la figura de Odisto, padre de esa familia numerosa, como protagonista de la novela). Una mujer con videncia que presagia lo que está ocurriendo y va a ocurrir. Y como mayor demostración de ese estilo, las acelgas, que al surgir en Jándula de forma inesperada a mediados de julio, despiertan el temor de que algo grave vaya a acontecer. El realismo mágico sirve también para que la vocación global de la novela abarque los aspectos más emblemáticos de la Guerra Civil. Un camión con cabezas de caballo y restos desmembrados frente a la vivienda de Picasso en Francia para volcar su contenido y servirle de inspiración a la hora de pintar el Guernica. El narrador (David Uclés), descendiendo a la primera persona, para hablar con Franco. Las Trece Rosas suicidándose en medio de la Batalla del Ebro a instancias de ese mismo narrador para poner fin a su vida de una forma menos cruel que la que realmente acontecerá un año después. En medio, entre un capítulo y otro, citas de personajes históricos e intelectuales sobre una misma cuestión o aspecto del conflicto, contrapuestas para poner al lector frente a las dos Españas. Y el lugar común y manido comentario de que fue una guerra de hermano contra hermano, pero esta vez reflejado forma magistral y sobrecogedora en un episodio esencial del conjunto de tramas que sirve como metáfora de esa forma de definir la contienda. Por su objetividad a la hora de reflejar el sufrimiento de los inocentes de una y otra ideología. Por la cantidad de hechos históricos que se relatan. Por su maestría literaria en el estilo de escritura. Por todo eso, la etiqueta de “la novela por excelencia de la Guerra Civil Española” ya tiene una obra digna de llevarla y es, desde el año 2024, “La península de las casas vacías”. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 2 semanas