Me ha costado un mes leer este libro, ya que es bastante complejo y denso, con varias historias relacionadas entre sí, aunque de forma un poco caótica, según mi impresión.
Es una mezcla de novela histórica y policíaca, con un trasfondo filosófico y reflexivo importante, por tanto no es una novela que se lea de un tirón, hay mucho sobre lo que pensar y recapacitar, sobre historia, religión, política...
Es un interesante documento histórico sobre el pueblo judío a lo largo de los siglos, también sobre la historia y la situación política de Cuba, siendo muy crítico en torno a este último tema.
Como nexo que une a todas las historias, hay un misterioso cuadro supuestamente atribuido a Rembrandt, y el autor retrocede hasta el siglo XVII, cuando se gestó esta pintura, de la mano de un judío alumno de Rembrandt, que quiere aprender a pintar enfrentándose a la ley mosaica que prohíbe cualquier tipo de representación pictórica.
El ritmo de la novela es bastante lento, recreándose el autor en describir emociones, recuerdos, paisajes... Son 514 páginas bien tupidas, densas, un poco repetitivas a veces.
Pero hay que decir que quien lee esta novela se enriquece y aprende sobre historia, política, pintura, filosofía, religión,... tal es la profundidad de la narración. El trabajo de documentación histórica del autor ha sido para quitarse el sombrero.
Le encuentro dos fallos importantes: uno, que sería necesario un glosario de términos judíos dada la cantidad de estos vocablos que aparecen en el libro y otro para expresiones cubanas, que las hay y muchas; y segundo, que el final de la historia no cuadra, es como un puzzle cuya pieza final parece metida a la fuerza para que encaje.
A pesar de estas pegas, estamos ante un gran libro, y es innegable que Leonardo Padura es un gran literato, un gran escritor que acabo de descubrir y que no voy a perder de vista.
hace 6 años
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