Tenía mucha curiosidad por leer “El salvaje” la última novela de Guillermo Arriaga, guionista de las magníficas “Babel” o “Amores perros” entre otras soberbias películas, pero creo que en esta novela se ha liado un poco.
En principio, se trataría de una historia de venganza protagonizada por un chico muy joven que vive en un barrio obrero de la capital mejicana, pero en mi opinión, la historia se va dilatando y resulta repetitiva, pues la venganza parece que nunca llega.
El protagonista, que procura mantenerse ajeno al mundo de la droga y de la criminalidad que le rodea, vive una compleja historia de amor en la que abundan las infidelidades y los celos y que me pareció totalmente confusa e irreal, mientras en el barrio trastea con sus jóvenes amigos y decide adoptar y domesticar a un lobo muy agresivo, en su casa, con la ayuda de un domador de animales, cosa también bastante absurda.
Paralelamente, en otro tiempo y en otro confín del planeta, seguimos la historia de Amaruq, un cazador de lobos inuit, obsesionado con cazar a un poderoso lobo, líder de una jauría, al que sigue por montes, bosques y valles nevados en unas condiciones cada vez más precarias (ésta historia es la que más me ha gustado) hasta que la acción se ramifica con la entrada de unos nuevos personajes, que a su vez constituyen una nueva trama.
Poco a poco, las tramas se ralentizan, pierden interés y van resultando previsibles, a lo que hay que añadir las abundantes inclusiones de metáforas mitológicas, circunloquios culturales y juegos tipográficos, a veces incomprensibles, que hace que la novela resulte un batiburrillo en el que la idea de la venganza que se supone es el “leit motiv” de la historia se vaya diluyendo a través de las 700 páginas, que perfectamente se podían haber convertido en dos novelas, mucho mas amenas e interesantes, de poco más de 200 páginas cada una.
En fin, creo que Arriaga pretendía escribir una obra ambiciosa, pero se ha enredado por el camino.
hace 8 años
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