Existen historias, en este caso libros, que marcan la vida de los individuos que tienen la oportunidad y el valor de leerlos. No sé si este puede ser uno de ellos, pero de lo que no tengo la más mínima duda es de la huella imborrable que ha dejado en mí.
Esta historia se desarrolla en el contexto bélico de la Guerra Civil Española. Robert Jordan es un americano que residía en España antes del estallido del conflicto. Su vocación de dinamitero le ha conducido a la Sierra de Gredos, dónde tendrá que volar un puente clave en las comunicaciones del bando sublevado. Una vez allí, e inmerso en su cometido, conocerá a María, quién se convertirá en su gran y único amor.
La narración transcurre de forma pausada en las primeras páginas, y es ahí precisamente dónde radica la belleza y el valor de esta obra. Ernest Hemingway es capaz de deleitarnos describiendo acciones aparentemente comunes y cotidianas que se tornan en extraordinarias debido a la particular forma de escribir del autor. El escritor norteamericano es capaz de retratar los arquetipos mediterráneos a la perfección. Todos y cada uno de los personajes poseen unas características vinculadas a su país de origen.
Por otra parte, Hemingway narra con absoluta crudeza los horrores de una guerra que quizá nunca debió existir. Describe con sobrada maestría los acontecimientos frecuentes y no tan frecuentes que deparan una guerra, y cómo, a pesar del sufrimiento y la amargura siempre queda un hueco para la esperanza.
A pesar de ser una obra de ficción narrativa, contiene un gran valor histórico, pues el autor desvela algunas claves que hicieron perecer al ejército republicano. Esta es, sin duda, una de las historias que mejor retratan aquella página oscura de nuestra historia. Las divisiones, los celos, la envidia y las mentiras hicieron un daño irreparable entre aquellos que se entregaron para defender aquello en lo que creían. Otros muchos perdieron sus vidas sin poder asistir al macabro desenlace de esta guerra, que nunca debió ser nuestra.
hace 6 años
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