Me ha parecido una buena novela, en la que el protagonista nos cuenta en primera persona los sucesos que influyeron en su vida y en la de quienes le rodeaban, desde el accidente de su infancia en Deptford, un pequeño pueblo de Canadá, a causa de una simple bola de nieve, pasando por su vía crucis en las trincheras embarradas durante la Primera Guerra Mundial hasta su llegada a la enseñanza y su afición a la hagiografía, es decir, a la historia de las vidas de los santos.
Excelentemente narrada, al pasar la primera mitad me resultó un poco lenta, pero me compensó al llegar al espléndido final en que todas las piezas y personajes encajan magistralmente.
Sin embargo, me ha sorprendido la concepción que tiene el autor de “lo español”; sobre todo durante su estancia en México, en la que constantemente da la sensación de que para él, lo mexicano y lo español son exactamente lo mismo. Incluso sobre la imagen de la Virgen de Guadalupe, dice: ”España puede sentirse orgullosa de un cuadro como éste” (cuando se trata de una imagen y una basílica que son un icono de la cultura mexicana).
Tambien me resultó muy sorprendente que al final de la novela, refiriéndose al padre Reagan, afirme que “los irlandeses tienen mucha sangre española” ??? Si se refiere a los celtas, creo que no eran originarios de la península Ibérica, así que tampoco comprendo dicha afirmación.
En fin, son pequeñas cosas, que me han llamado la atención, en un autor que se supone tan erudito.
hace 12 años
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