Todas las mañanas, Lola se levanta, sale del piso al que acaba de mudarse —el mejor que ha podido alquilar en Barcelona— y acude al instituto donde trabaja. Durante esas horas de intensa actividad, ella consigue olvidarse de los problemas, de las obsesiones y de ese exmarido al que, en cierto modo, aún sigue queriendo. Incluso consigue dejar atrás el misterio que envuelve a su familia, acostumbrada, como tantas otras, a cubrir el pasado con un manto de silencio. Pero el conflicto con un alumno que atraviesa un momento difícil y un inesperado hallazgo sobre ese secreto familiar que ella se ha empeñado en desentrañar llevan a Lola al límite de sus fuerzas... ¿Dejaremos alguna vez de callar las cosas que nos duelen y de fingir que no existen? ¿Aceptaremos algún día que siempre hay más preguntas que respuestas?