UNA PENA EN OBSERVACIÓN

UNA PENA EN OBSERVACIÓN LEWIS, C.S.

Portada de UNA PENA EN OBSERVACIÓN
Nota media 7,38 Muy bueno 16 votos 4 críticas
  • Género Narrativa
  • Editorial ANAGRAMA
  • Año de edición 2002
  • ISBN 9788433906533
  • Idioma Español

Resumen

En el presente libro C.S.Lewis reflexiona sobre su desdicha, sobre la pérdida del ser amado, y se confronta con Dios, con su aparente ausencia y con la que parece ser su verdadera naturaleza. El vacío, la soledad, la impotencia, el recuerdo, el amor, la fe, la esperanza, la búsqueda de un sentido a tanto sufrimiento, los lugares aún impregnados del ser amado irremisiblemente perdido son el punto de partida de este intenso y emotivo libro, que es un valiente enfrentamiento con lo más íntimo y recóndito de nuestros sentimientos, de nuestro yo confrontado con la tragedia, con el aparente sinsentido que gobierna la vida de los seres humanos, con la enigmática voluntad divina y con la trascendencia y fuerza redentora del amor. En este libro se basó la película "Tierras de penumbra".

4 Críticas de los lectores

C. S. Lewis, el autor irlandés de la saga fantástica “Las Crónicas de Narnia” entre otras obras, se casó en 1956 con la poeta estadounidense Joy Gresham, diecisiete años más joven que él. Lo que en principio fue un matrimonio simplemente aceptado por el escritor para que su amiga pudiese conseguir el permiso de residencia que le había sido negado por el gobierno inglés, lo redescubrieron pronto ambos como un amor apasionado. Tras diagnosticársele a Joy un cáncer de hueso, muere en 1960, dejando a Lewis completamente desolado. Esta historia se ha recreado en la película de Richard Attenborough, “Tierra de penumbras”. Después de la muerte de su esposa, C. S. Lewis escribe en varios cuadernos las notas que darán origen a "Una pena en observación". Aunque, al menos en esta edición española, la obra está publicada dentro de una colección de narrativa, no se trata de un texto que pueda enmarcarse dentro de ninguno de los géneros etiquetados como tal. Ni es una novela, ni larga ni corta, ni son cuentos. En caso de querer clasificarlo tendríamos que meterlo bajo el amplio cobijo del ensayo literario. Es, sin embargo, lo de menos a la hora de abordar esta pequeña obra maestra en la que el escritor desnuda su alma herida, con una sinceridad y una maestría equiparables. Inmerso en el duelo de la pérdida, busca respuestas de manera desgarrada y lúcida a un tiempo, poniendo bajo la lupa de su reflexión a su propio sufrimiento, a la amada desaparecida, a Dios y su silencio. Si hay que señalar un rasgo sobresaliente de este libro, aparte de su indudable poesía y su profundidad meditativa, es, insisto, su sinceridad sin concesiones a nadie, empezando por el mismo autor. La autocrítica sin masoquismo está presente como un escalpelo que no duda en hendirse a la hora de sacar la verdad a la luz. “Por primera vez he vuelto atrás y he estado leyendo estas notas. Me he quedado horrorizado. Por la forma en que he venido hablando, cualquiera tendría derecho a pensar que lo que más me importa de la muerte de H. son sus efectos sobre mí mismo”(...) “¿Qué clase de amante soy yo, pensando tan sin cesar en mis tribulaciones y tan poco en las de ella?” (…)“Seguramente la fe –creo que será fe- que me permite rezar por los otros muertos me ha parecido fuerte sólo porque no me ha importado en realidad…”. También cuestiona al destino y a Dios y se rebela: “El destino (o lo que quiera que sea) se deleita en crear una gran capacidad para luego frustrarla. Beethoven se quedó sordo. Medido por nuestro rasero, una broma cruel; la sarcástica triquiñuela de un imbécil rencoroso”. Duda, se atormenta por la suerte de su esposa: “Me dicen que H. es ahora feliz, me dicen que descansa en paz. ¿Qué les hace estar tan seguros de esto?”(...)“«Porque ella ahora está en las manos de Dios». Pero si esto fuera así, tendría que haber estado en manos de Dios todo el tiempo, y yo he sido testigo del trato que esas manos le dieron en la tierra. ¿Van a volverse más cariñosas para nosotros justo en el momento en que nos escapamos del cuerpo? ¿Y por qué razón? Si la bondad de Dios no es consecuente con el daño que nos inflige, una de dos: o Dios no es bueno, o no existe; porque en la única vida que nos es dado conocer nos golpea hasta grados inimaginables, nos hace un daño que supera nuestros más negros presagios. Y si Dios es consecuente al hacernos daño, puede seguírnoslo haciendo después de muertos de una forma tan insoportable como antes”. Para darnos cuenta del alcance de estas reflexiones, hemos de considerar que estamos ante un inteligentísimo apologeta del cristianismo, ateo en su juventud. Su encarnizada lucha consigo mismo y con Dios recuerda la pelea de Jacob con el ángel o al Blas de Otero de “Ángel fieramente humano” o “Redoble de conciencia”. Después de la pugna y, tras poner en solfa la validez del mismo texto que escribe (“¿Por qué le doy cabida en mi mente a tanta basura y bagatela? ¿Acaso espero que disfrazando de pensamiento a mi sentir, voy a sentir menos intensamente? ¿No son todas estas notas las contorsiones sin sentido de un hombre incapaz de aceptar que lo único que podemos hacer con el sufrimiento es aguantarlo?”), tras pasar por las fases de negación, negociación y aceptación tantas veces descritas por psicólogos y tanatólogos, una experiencia casi mística (no sabemos si real o inventada -¿qué es lo real?-) lo conduce a un reencuentro con su mujer. Finalmente, cierra el libro con unas hermosas y esperanzadoras líneas: “¡Qué cruel sería convocar a los muertos caso de que pudiéramos hacerlo! Ella dijo, no dirigiéndose a mí, sino al sacerdote: «Estoy en paz con Dios». Y sonrió. Pero no me sonreía a mí. Poi si tornò all’terna fontana”. “Una pena en observación” es, por un lado, ya lo he dicho, una pequeña joya de la literatura universal. Por otro, un texto altamente recomendable para quienes han perdido a un ser amado, así como para figurar entre las lecturas de psicólogos y tanatólogos. También tiene sus lectores contraindicados. Ni ateos ni fanáticos religiosos deberían aventurarse en sus páginas, pues sólo conseguirán agarrar un cabreo inútil.

hace 1 día

Lo sigo leyendo, pero esta frase es cierta, al menos en mi caso. "¿Te diste cuenta en algún momento, amor mío de lo mucho que te llevaste al morir? Me despojaste hasta de mi pasado, hasta de las cosas que nunca compartimos." Desde mi punto de vista, es un libro que se debe leer al menos un año después de la perdida. Antes de este libro sienta muy bien el camino de las lágrimas, déjalos ir con amor. etc.

hace 4 años

Leído en mayo, 2020.

hace 5 años

Esta reflexión de 100 pgs, letra grande, gustará especialmente a los admiradores de la espléndida película "Tierras de penumbra" (para mí la número 1 en el ranking de películas). La película se basa en el espléndido amor protagonista de los últimos años de este autor y su esposa (en pantalla Anthony Hopkins y Debra Winger). Pues bien, este libro supone la reflexión humana, profunda y desgarradora a raíz de la muerte de esta última. Muy recomendable.

hace 10 años