No puedo ya con este libro. Para mí es una muestra muy clara de decadencia del estilo de Eduardo Mendoza, y de su humor, que fue rompedor y muy original en los lejanos tiempos de la Transición con aquellos títulos policíacos o policiacos-estrafalarios como “El misterio de la cripta embrujada” o “El laberinto de las aceitunas”. Ya notábamos al leerlos que eran relatos vinculados excesivamente a una realidad muy inmediata, pero, en fin, que tenían su gracia. Hoy para mí ya no la tiene. El humor de Mendoza basado en los nombres graciosos de los personajes, “Pocorrabo”·, “Monososo”, -que sí es cierto que remiten a un origen cervantino- el tono a ratos de español clásico con aire picaresco, la burla del absurdo mundo funcionarial y de ciertas situaciones del mundo moderno, el disparate como forma de argumento no pueden ocultar la decadencia de su estilo y el único deseo de hacer caja simplemente a estas alturas de su carrera. Ya lleva en esto bastantes años en este línea que yo sepa, por ejemplo, a la serie del detective Pomponio Flato le pasaba parecido, pero todo esto queda muy, muy atrás del por entonces divertidísimo “Sin noticias de Gurb”. Por supuesto que no voy a discutir la inmensa capacidad de fabulación de Mendoza y su imaginación a raudales, pero solo una crítica con prejuicios muy favorables puede haber mantenido esta novela en lo más alto de las listas de 2024.
hace 2 semanas