La vida es como una crónica de cosas perdidas y encontradas. Del París de 1930 al Londres de la década de los ochenta, una mujer a la que le cuesta superar la muerte de su madre debe hacer un recorrido a través de distintas épocas para conocer su historia y, también, la de ella misma. ¿Y si todo lo que necesitara saber sobre su pasado estuviera oculto en un cuadro? Relato hilado a saltos temporales que guarda en todo momento la coherencia narrativa y que engancha desde el primer momento, como si de una novela de intriga se tratara pues, en el fondo, reconstruir las vidas pasadas tiene algo de eso. Destacaría sobre todo la recreación que la autora hace de la figura de Tom (toda su evolución como pintor), de la ocupación nazi de la ciudad de Paris, y de los paisajes idílicos de la isla de Córcega.
hace 9 años