Un libro de bella factura aunque de trágico argumento, representativo del realismo mágico y de la convulsa historia mexicana de principios del siglo XX, donde una pequeña ciudad, convertida en narradora, se encuentra oprimida por una ocupación militar. El general y sus acólitos disponen de la población que, en su sometimiento, no percibe sino una sensación de estancamiento, de normalización de la violencia y falta de esperanza en un porvenir previsiblemente semejante a los recuerdos.

Sencillamente perfecto... Es la primera vez que me encuentro con un libro dónde un pueblo es el narrador de la historia, me ha encando no solo la narración sino el sentimiento del pueblo cómo propio, la narración es perfecta: no más detalles de los necesarios, con prosa poética. Sobre la historia, nos coloca en la Guerra Cristera que vivió Mêxico por allá de 1926, con las leyes de Calles y una de las guerras civiles más sangrientas del país, pero no entraré tan a detalle del contesto histórico. La historía de tres hermanos que coon trágico final, de verdad les digo que lleguéa un punto en el que mi personaje favorito Isabel Moncada la odié con toda mi alma, me sentí traicionada, asqueada y tuve que cerrar el libro por unas horas antes de volver, pero el final... puff me volvía sentir identificada con el personaje al grado que he llorado con ella, me encataría contarles detalles pero no sería justo. Les diré que Isabel se ha enamorado del hombre que ha matado a sus dos hermanos y concluiré con esta cita que me encantó "Qué condene Dios eternamente pero debo verlo de nuevo"