Para comprender este libro es importante conocer el contexto histórico de Rusia, especialmente el asesinato de un joven estudiante a manos de un anarquista, así como la mentalidad cristiano-conservadora del autor, alejada de las nuevas ideas revolucionarias que comenzaban a emerger. La novela expone las caóticas consecuencias de las insurrecciones nihilistas en una Rusia ya envejecida en cierto sentido, donde gran parte de la población ha perdido la esperanza en Dios y en la patria. La obra aborda una diversidad de complejos dilemas morales, representados a través de sus personajes: desde la figura del revolucionario incendiario y sin escrúpulos (Piotr Stepánovich), hasta la del redentor que busca expiar los demonios de su pasado (Shatov), entre muchos otros. No puedo dejar de mencionar a dos figuras clave, que para mí son los personajes más interesantes del libro. Aunque no tienen una relación directa con los actos sublevantes, sus reflexiones morales y filosóficas elevan la obra a otro nivel. Me refiero a Stavroguin, una especie de héroe caído, desgarrado por conflictos internos insoportables, cuya existencia oscila entre el vacío y la oscuridad, pese a su carisma natural. Y también a Kirilov, personaje de gran interés para autores contemporáneos como Camus, que encarna las paradojas y consecuencias del nihilismo extremo, más desde una perspectiva existencial y filosófica que sociopolítica. Los demonios es un libro de alta complejidad, no accesible para todo tipo de lector. Requiere atención especial y no creo que deba tomarse como un simple pasatiempo. En algunos momentos puede resultar denso o pesado, pero lo que transmite, las reflexiones que plantea y la forma en que está escrito lo convierten en una lectura muy gratificante y, sin duda, recomendable.
hace 1 día