Serán pocos los escritores que no han acariciado alguna vez la ilusión de escribir la obra total: esa obra que agota cualquier posibilidad de escribir algo nuevo o distinto sobre un lugar o un periodo histórico. Y serán todavía menos los escritores que de verdad lo han intentado. El tamaño de la empresa es tan colosal que lo más fácil es olvidar el asunto o, como mucho, conformarse con objetivos más modestos a medida que las dificultades van dando paso a la impotencia. A Rodrigo Fresán hay que reconocerle, como mínimo, el valor, o la osadía si se prefiere, de no haberse arrugado con su “Historia argentina”. Sobre el resultado habrá disparidad de opiniones. Incluso para cada lector el resultado de los distintos relatos será desigual. Es interesante y atractivo el cruce de personajes pertenecientes a historias diversas. Muy efectivos los relatos ambientados en las cámaras de tortura de la dictadura militar y en la guerra de las Malvinas. Algo menos los protagonizados por chicos de buena familia que juegan a revolucionarios, en los ratos que no tienen ocupados por sus paranoias y demás chifladuras de variado calibre. Muy buenos los fragmentos con deje porteño… En fin, cada cual será muy libre de elegir qué es lo que más le gusta del libro, pero todo el mundo encontrará algo que merezca la pena.
hace 15 años