Ha caído este libro en mis manos por casualidad. No conocía a la autora hasta ahora. Me ha sorprendido la destreza de la autora con la pluma. Su rudeza, a la vez exquisitamente refinada, la fialdad con la que marca su trazo, y su capacidad para describir fielmente las relaciones de poder entre las clases sociales de la época son algunos de los rasgos más destacados de su narración. Algunos la tacharon de antisemita. Sinceramente no entiendo el porqué. Entiendo, a partir de la lectura El maestro de almas, una necesidad de reflejar las dificultades que aún padecían sus paisanos. A pesar del avance, a pesar del progreso. No habla de los judíos o de los levantinos en general prototipizando estos pueblos, habla siempre de personas en concreto, nos muestra sus peculiaridades, y en ningún caso da a entender que renuncia a su sangre. Más bien deja entrever un cinismo agrio hacia la burguesía francesa, una relación de clases en cierto modo autobiográfica. El Dr. Asfar habla de una búsqueda, de usa sed insaciable que se ve truncada aún con sus ansias de riqueza hechas realidad, pues se da cuenta a posteriori que su sueño era estar integrado en esa sociedad y no montonar cantidades de dinero que se escapa interminablemente por un enorme agujero. Pero la sociedad burguesa francesa no lo considerará nunca como a uno e los suyos. A pesar de su pasado y su aparente falta de moral no es un ser despreciable, sino despreciado. Médicamente no profundiza demasiado en el psicoanálisis, dando a entender que no es el tema central. Se centra en el personaje, que es abucheado tanto desde el gremio médico como del psicoanalítico, a pesar de sus esfuerzos de ser reconocido. A modo de opinión personal, me hubiera gustado ver más de cerca cómo trata la autora “francesa” este tema desde la contemporaniedad.
hace 9 años