La protagonista del libro es la inspectora Amaia Salazar, que investiga las extrañas muertes de chicas jóvenes que se están produciendo y que parecen seguir un mismo patrón. Para resolver el caso se traslada desde Pamplona al lugar donde se suceden los crímenes, Elizondo, que es también su pueblo natal. Allí, además de seguir con la investigación, Amaia se reencuentra con su familia y se enfrenta a sus propios problemas personales y a las terribles pesadillas que no la dejan dormir.
Junto a la trama de misterio destacaría la aparición en la historia de elementos propios de la mitología vasca, la ambientación del lugar -el pueblo y los bosques de Elizondo- y también los personajes, en especial el de Amaia, más complejo de lo que parece y que arrastra olvidados traumas infantiles.
Es un libro de ritmo ágil y fácil lectura, quizá con algún punto mejorable -en algún momento se extiende más de la cuenta en ciertos aspectos y el final me ha parecido un poco flojo y precipitado-, pero me ha resultado tremendamente adictivo y perdí horas de sueño para acabarlo. Aunque me parece excesiva la campaña de marketing que se le ha dado al libro comparado con su calidad real. En resumen, una curiosa mezcla de novela policiaca y mitología vasca, ligera y entretenida.
hace 9 años
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