Reconozco que he disfrutado esta novela mucho más de mayor que cuando la leí hace más de 30 años en el colegio. Me ha parecido una verdadera joya, una maravilla en todos los sentidos. Excelente y bella prosa, buenas descripciones, con un vocabulario rico, sencillo y evocador. Y qué decir del protagonista, Daniel, el Mochuelo, ese niño de once años que, obligado a aceptar un destino –el camino– que no cree el suyo, recuerda en una noche de insomnio su vida en el pueblo hasta ese momento, con sus amigos y todos esos personajes tan particulares que poblaban –y aún pueblan– tantos pueblos de España, y reflexiona sobre esas verdades trascendentales, y universales, que se descubren en la infancia –el ciclo de la vida y la muerte, por ejemplo–.
Delibes describe el mundo rural maravillosamente, sus gentes y su modo de vivir, la naturaleza, todo de una manera tan realista que transporta al lector a otra época, e incluso le hace reír y llorar con las correrías de los tres inseparables amigos: Daniel, el Mochuelo, Roque, el Moñigo y Germán, el Tiñoso.
En mi opinión una obra maestra imprescindible, nostálgica, entrañable y muy humana.
hace 9 años
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