Ha sido curioso volver a leer Drácula de Bram Stoker de nuevo. Primero porque la edición de Reino de Cordelia ilustrada por Fernando Vicente es una preciosidad y no tiene nada que ver con la que leí hace años y en segundo lugar porque leído desde una perspectiva adulta el libro tiene otro encanto diferente. La historia de ese conde que ha sobrevivido a lo largo de los siglos alimentándose de sangre humana y se ha convertido en una criatura de fuerza sobrehumana capaz de doblegar la voluntad de animales, personas e incluso de manejar a su antojo ciertos fenómenos meteorológicos ha sido llevada al cine en tantas ocasiones que pocos son los que no conocen su terrible historia. Stoker nos narra la historia a través de los diarios de Jonathan Harker, su esposa Mina Harker y del Doctor Seward y también a través de otros tres personajes fundamentales en la trama entre los que destaca el profesor Abraham Van Helsing que también ha pasado a ser un personaje mítico de la literatura gótica. Drácula no es una historia de terror, al menos no para mí, peso si una maravillosa representación de la escritura gótica tan en boga en el siglo XIX. Stoker consigue que sintamos la angustia que sufren los personajes al verse enfrentados a algo que escapa a su cordura y su temor a que la maligna criatura puea causar un daño terrible a la humanidad. Llega a conseguir que por momentos nos veamos rodeados de esa intensa niebla que presagia algo terrible… El mito del vampiro ha existido en casi todas las culturas desde los albores de la humanidad pero sin duda Drácula es su máximo exponente. Por no hablar de que siglos después, volvió a traer a primera “plana” a otra figura no menos aterradora: “Vlad Tepes” también conocido como el Empapador en el que algunos opinan que está basado el conde Drácula. A destacar de esta edición que la traducción es de una calidad extraordinaria y que las sobrecogedoras ilustraciones consiguen teñir de rojo las páginas impresas en tinta negra
hace 9 años