A mi de Soto Ivars, como del cochino, me gustan hasta los andares; pero hasta ahora solo había leído sus columnas y oído sus intervenciones de podcast o tertulias televisivas. Siempre me ha parecido un tipo brillante y por eso decidí ver que pasa con sus libros y empecé con éste dada mi afición a la novela negra. Para empezar... no es una novela negra... es una novela caleidoscopica; son las escenas de Jim Carrey haciendo de La Máscara encadenadas una con otra sin interrupción, son mil pies y mil cabezas moviéndose de forma arbitraria; es ponerte lo primero que pillas del armario de Artemis con los ojos cerrados y salir a comprar al Carrefour. Que está bien escrita, que la prosa es ágil y que las métaforas son divertidas no se puede negar... al fin y al cabo, es Juan Soto Ivars. El discurso de Patricio Cueto es para enmarcarlo, porque refleja perfectamente la idocia a la que ha llegado nuestra sociedad (después de conseguir la primera ley del Respeto por la Defecación y la oficina permanente de información al cagadero, ya estamos listos para el museo de deyecciones y el primer certamen internacional de zurullos... cambien los términos escatológicos por cualquier otra nobilísima causa de nuestros tiempos y ahí lo tienen). Con todo y con eso me lo he acabado por el aprecio que le tengo a la autoría, porque los recursos constantes al absurdo me expulsan de la novela cada poco como si fuese un cuerpo extraño. ¿Recomendable? en mi opinión sí... leerlo es una de esas cosas que hay que hacer una vez en la vida, como el mindfulness o el puenting.
hace 6 días