VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TU ROSTRO

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TU ROSTRO TOMÁS PORTA, JOSÉ LUIS

Resumen

“Solo se ama de verdad lo que se puede perder, aquello que te puede destruir”. ¿Por qué murió la pintora Sara Romero Vázquez? ¿Por qué vivió? El periodista de sucesos Gonzalo Quesada tiene como afición elegir muertos desconocidos e investigar su vida para reescribirla tal y como ellos hubieran querido que fuera. Al intentar reconstruir la vida de la pintora, fallecida en extrañas circunstancias, Gonzalo se involucra en la búsqueda de un cuadro que esconde las claves de un mundo de corrupción en el que se entrecruzan los intereses de distintas personas que convivieron con la pintora en el turbio ambiente que marcó su existencia. Ayudado por su amigo, el subinspector Ramos, el periodista intentará desentrañar una compleja red de blanqueo de capitales y especulación urbanística, dirigida por el prestigioso empresario y mecenas holandés Ruus van Loos. También hay una voz, y una ciudad donde todo confluye: Praga. Una historia sin concesiones, donde el lector no podrá estar seguro de si lo que piensa se lo está susurrando alguien.

1 Críticas de los lectores

10

–GUSTARÁ: A aquellos lectores que siempre les gusta pasear por sendas alternativas al Trending topic de moda pasajera. Amantes del thriller pero con tiempo para degustar un caldo que debe dejarse reducir para sacar todo su sabor. También deleitará a los que que gastan sensibilidad por el arte y la pintura. Todo lector que ame una narración bien armada arquitectónicamente hallará en esta obra secuencias y piezas delicadamente elaboradas que llenan todo el marco de la lectura. – NO GUSTARÁ: A aquellos lectores que se inclinan más por la agilidad, los diálogos cortoplacistas, las carreras asfixiantes y los tiroteos nocturnos en guiones manidos y adolescentes. La presente obra hay que sudarla en ocasiones y seguir la mecha de pólvora que ha espolvoreado el autor para disfrutar mucho más de la traca final. Juego de espejos hay, triquiñuelas narrativas también, pero todo ello siempre de la mano de la cordura y la mesura literaria. – LA FRASE: “El azul era ella y sabía a nata, era lo único que podía pensar, porque todas las realidades; ¿realidades?; se le superponían como si fueran una tarta de cumpleaños de nata manchándole la mente hasta cubrirlo todo de blanco como una pared donde se pudiera escribir la realidad. La realidad que buscaban era la única que querían encontrar. Y de repente estaban los dos paseando por Praga, cogidos de la mano, él y ella, pero él también era el otro que a distancia los seguía y de pronto se asustaba porque se daba cuenta, en el sueño de que todo sucedía a medida que lo iba pensando”. – RESEÑA: Comencemos con un poema del italiano Cesare Pavese, escrito en un desengaño amoroso tras romper con la actriz estadounidense Constance Dowling. Al poco tiempo su autor se suicidó. Dicho poema se publicó de manera póstuma en 1951. Los paralelismos y simbología con la obra Vendrá la muerte y tendrá tu rostro que aquí traemos de José Luis Tomás Porta son bastante apreciables. La muerte puede llegar en cualquier momento y bajo el amparo de cualquier forma o circunstancia. En la presente novela llegará, pero con un velo de misterio equívoco y trascendente. Ya que todo no es lo que parece. Del alma atormentada de un hombre al corazón rutilante de una pintora misteriosa. Verrà la morte e avrà i tuoi occhi questa morte che ci accompagna dal mattino alla sera, insonne, sorda, come un vecchio rimorso o un vizio assurdo. I tuoi occhi saranno una vana parola, un grido taciuto, un silenzio. Cosí li vedi ogni mattina quando su te sola ti pieghi nello specchio. O cara speranza, quel giorno sapremo anche noi che sei la vita e sei il nulla. Per tutti la morte ha uno sguardo. Verrà la morte e avrà i tuoi occhi. Sarà come smettere un vizio, come vedere nello specchio riemergere un viso morto, come ascoltare un labbro chiuso. Scenderemo nel gorgo muti. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos esta muerte que nos acompaña desde el alba a la noche, insomne, sorda, como un viejo remordimiento o un absurdo defecto. Tus ojos serán una palabra inútil, un grito callado, un silencio. Así los ves cada mañana cuando sola te inclinas ante el espejo. Oh, amada esperanza, aquel día sabremos, también, que eres la vida y eres la nada. Para todos tiene la muerte una mirada. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos. Será como dejar un vicio, como ver en el espejo asomar un rostro muerto, como escuchar un labio ya cerrado. Mudos, descenderemos al abismo. Vendrá la muerte y tendrá tu rostro habla de muchas cosas. Todas ellas en el traje de un thriller negro o policíaco, pero con un cuidado envoltorio que se aleja claramente de ritmos alocados y tópicos del género más cinematográficos. Sin obviar piezas y engranajes clásicos de una temática literaria conocida por todos y cultivada por grandesevento-asterix del género, estadounidenses y, últimamente, nórdicos como máximos representantes . En la presente novela podemos encontrar visos de frescura y puntos de vista alternativos a obras ya consagradas y a otras, contemporáneas, que se dejan la forma por el camino para caer directamente en el fondo tan injustamente requerido por lectores y editoriales en los tiempos que corren. Tiempos en los que el titular es más importante que el artículo de fondo. Tiempos en los que una portada vende más que un buen contenido. Tiempos en los que el trailer de la película muestra más de lo que debería para que el futuro espectador sepa ya de antemano a qué se enfrenta antes de la sesión. Tiempos en los que priman los resúmenes, las frases cortas, los eslóganes y la velocidad como vía interiorizada de forma de vivir. Siendo así, cada vez los márgenes de actuación de los creadores frente al lapso de mantenimiento de la atención del lector/espectador se acortan progresivamente. Y es una pena, porque hay ciertas obras que sin tiempo para entrar en ellas y dejarse llevar, pierden toda su esencia. En una sociedad que come de pie, habla mediante emoticonos y corre sin saber hacia dónde, es difícil abrirse un hueco para la calma lectura. Pero hay irreductibles que lo siguen intentando. Aquí hay uno de ellos. Tenemos dos historias que confluyen: De un lado lo que a priori es el argumento principal de la novela; la muerte de una joven artista en extrañas circunstancias que pasará desapercibida, pero que en sus raíces oculta una telaraña laberíntica de cloacas de poder, y de otro lado, la historia de una obsesión, de una búsqueda. Es precisamente aquí donde el autor saca el conejo de la chistera y los duples de reyes. Si normalmente nos encontramos con obsesiones que tienen un componente grandilocuente y están en manos de desequilibrados, enfermos o asesinos varios, aquí al contrario, el autor reivindica la obsesión de las pequeñas cosas y de los detalles en personas anónimas que buscan en este perfeccionismo su razón de ser. Por ello, en ocasiones, aunque sean del todo inofensivos, son criticados y menospreciados por el resto de los mortales. Aquí podemos incluir a coleccionistas de toda índole, a fotógrafos y pintores madrugadores en busca del mejor amanecer, a cuadriculados del orden, de la puntualidad o de una determinada alimentación. Estas pequeñas manías veniales son propias de personas que encuentran en este individualismo y recogimiento la razón de su existencia. El autor nos trae a uno muy particular, un “escrutador” de esquelas funerarias, inofensivo como decíamos antes, pero como personaje, de lo más atractivo. Literariamente los personajes que viven con cierto margen de aislamiento con metódicos sistemas litúrgicos de enclaustramiento, sin ser los más malvados de la película, siempre aportan un alto grado de desconcierto en el espectador y de ahí su enorme interés. Obsesiones hay de muchos tipos y dependiendo del grado se pueden calificar desde simples manías, a enfermedades o trastornos obsesivo-compulsivos. Tenemos ejemplos cinematográficos claros en los personajes de Robin Williams en “Retratos de una obsesión”, de Jack Nicholson en “Mejor imposible”, de Leonardo Di Caprio en “El aviador”, de Walter Mathau en “La extraña pareja” o de Bill Murray en ¿Qué pasa con Bob? Literariamente nunca olvidaremos a Jean-Baptiste Grenouille en “El perfume”, al Capitán Ahab en “Moby Dick”, a Frederick Gregg en “El coleccionista”, a Annie Wilkes en “Misery” o a Mrs Danvers en “Rebeca”. José Luis Tomás ha creado uno nuevo, diferente, original, muy interesante y que llevará sus investigaciones hasta las últimas consecuencias. Pero lo primero es lo primero. Con una escueta presentación, la protagonista postmortem se nos escapa de la primera línea, para ya solamente dejarse ver mediante los ojos y las investigaciones de terceras personas. La conoceremos a partir de ellos y de su obra. Tenemos un cuerpo al que en condiciones normales aún no le habría llegado la hora. Nos recuerda el cadáver enfundado en plástico de Laura Palmer en Twin Peaks. De Laura sabemos muy poco y todo lo que irá saliendo a la luz será mediante los testimonios de los diferentes personajes de la serie. Aquí (por suerte) la mente del autor no es tan retorcida y extravagante como la de David Lynch y podremos entender el argumento del libro sin necesidad de ir a clases de metafísica de doctorado. Sara Romero Vázquez nos apunta en las primeras páginas del libro que es una mujer con arrojo, valiente, metódica, sacrificada y gran amante de la pintura y del arte. Veremos unas pequeñas pinceladas de los devenires de su juvenil e idealista vida, pero poco más, fundido negro, el cuento se acabó. A partir de aquí será la labor de otros entresacar las piezas importantes del rompecabezas y separar el trigo de la paja. Un periodista con tiempo libre será el hilo de Ariadna de la trama. Dicho hilo en este caso estará tejido con finas filigranas artísticas, pues es precisamente entre arte y pintura por donde Sara irá bosquejando su vida, su obra, sus secretos y su infortunio. A partir de la vocación artística de la desaparecida el investigador irá desgranando la respuesta a todas las cuestiones. Hará de algo que era simplemente un pasatiempo baladí, el centro de su vida y, de la consecución de encontrar la verdad, su tabla de salvación y expiación. Según vayamos avanzando en páginas e interés (la presente obra va de menos a más) iremos internándonos en lugares en los que frecuentemente no se abren las ventanas para ventilar ni reciben la luz del sol. La primeriza inocencia de la protagonista se irá trasformando en algo más complejo y perturbador. Los tentáculos de los poderosos son capaces de mancillar sueños y personas inocentes a partes iguales. Toda una trama internacional con la ciudad de Praga como clara ganadora de la escenificación del ambiente al que el autor nos quiere llevar. Si bien dejamos claro que la presente obra es de género negro e intriga, no nos podemos quedar en los titulares y debemos entrar al fondo del asunto. Y aquí entra el estilo del autor que como buen “artista” se toma su tiempo en darnos ambiente, perspectiva, luz, colores y profundidad. No nos atropella con correrías innecesarias ni con saltos acrobáticos sin ningún fundamento ni explicación. José Luis Tomás monta el caballete y va sacando de su mochila los instrumentos narrativos para, progresivamente, irlos mezclando poco a poco. Lento al principio pero ágil en su avance. Y este amor por el arte es lo que le da cohesión a toda la obra, que si bien podría haber transitado por vericuetos más generalistas, sin embargo, nos permite acompañarle en su afición por las artes y la pintura. De Praga no diremos más, tendrán que descubrirla tal y como nos la describe el narrador. Con una fuerza y poderío arrolladoras. El estilo empleado en la presente obra es apto para todos lo públicos, aunque será mejor absorbido por aquellos lectores asiduos y amantes de la delicadeza en la narración de escenas y de personajes. A los amantes del bestseller-blockbuster al uso se les quedará un poco lenta la propuesta de José Luis Tomás. Aunque con paciencia seguro que son capaces de entrar en su mundo. Decía Edgar Degas: “Hasta ahora el desnudo siempre se representó en poses que daban por hecho la presencia de lo público, pero estas mujeres son personas decorosas, sencillas, que se interesan por su estado físico en soledad. Es como si alguien mirara por el ojo de una cerradura”. Pues ese ojo de la cerradura es precisamente el de José Luis Tomás. Su mirada ha creado un mundo que rebosa sentido y arte en la superficie, pero que a la vez esconde sucios y tremebundos secretos inconfesables en su sótano. Y, ¿por qué no?… puede que el karma y el destino se conjuren algún día para que aparezca el misterioso cuadro de la vela (que ya descubrirán). Si tiene alguna información al respecto contacte con el autor, seguro que se lo recompensará mejor que en Sotheby's.

hace 6 años