Un joven mudo por un accidente vivido de niño, se vuelca en la pintura ante la imposibilidad, debido a su minusvalía, de continuar con las explotaciones agrícolas y ganaderas. En secreto, y durante décadas, refleja a través de varios rollos de pintura, como si se una historia lineal se tratara, los sucesivos episodios del transcurrir de su vida. Mientras va almacenando rollos en una nave industrial, consigue llevar una vida normal formando una familia. A su muerte, los hijos descubren esos rollos e identifican, como si estuvieran ante un río, cómo a través de esos metros su padre ha dibujado la historia de una vida que sabía que acabaría al desembocar en ese mar que es la muerte. Los hijos de Salvatierra, convencidos del valor de la obra de su padre, entran en contacto con expertos en arte, que fotografían los rollos desplegados y escanean su producción ante la duda de si podrá salir desde la Argentina hasta un museo de arte en Holanda. En medio del proceso, los hijos perciben la falta un tramo de papel que representa un año en la vida de su padre y sospechan que la pérdida no es casual sino que obedece a una sustracción intencionada o a la voluntad del pintor de ocultar algo. A través de un absorbente proceso de investigación, comienzan a hablar con las personas que estuvieron en contacto con su padre hasta acabar dando con ese rollo que representa aquel año en el que se refleja una serie de episodios de la vida de Salvatierra que sus hijos desconocían. Finalmente, y pese a no poder transportarse todos los rollos, la obra acaba exponiéndose a modo de mural de varios metros mediante una proyección que la convierte en clásico del arte. Aunando como nadie un argumento que despierta el interés del lector y la magistral descripción de las sensaciones de los protagonistas, la novela acaba con una breve descripción de los dibujos de los rollos de papel de años de pintura que el lector identifica como pasajes de la vida de Salvatierra contados durante la novela. Como colofón, la metáfora redonda con la que Pedro Mairal refleja en esos metros de papel cómo la vida es el discurrir de un río susceptible de reflejarse en un rollo desplegable. Salvatierra se convierte así en una de esas novelas que uno compra tras leerla por el placer de guardar una obra maestra así. Libros del Asteroide lo ha vuelto a hacer. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 1 año