Novela conmovedora por los cuatro costados, Paradise Garden cuenta la historia de una niña de catorce años que sobrevive junto a su madre gracias a la imaginación de esta para estirar el dinero y llegar a fin de mes. Así es como se define la vida de Billie y su progenitora en pocas palabras. Con una prosa fácil, ágil y estremecedora, Elena Fischer nos sumerge en las entrañas de un personaje creado para empatizar con el lector desde las primeras páginas.

“Puede que suene poético, pero solo lo es sobre el papel. Catorce años es una edad de mierda para perder a tu madre. La pena viene y va como la marea, pero siempre está ahí”. Así comienza el relato en primera persona de Billie. Cualquier otra voz narrativa, en este caso, hubiera estado fuera de lugar, ya que hay historias que solo pueden estar referidas por quienes las han vivido en carne propia.

Billie y su madre Marika viven en Alemania y derrochan complicidad salvo cuando se trata de abordar la figura del padre ausente, una circunstancia que ya hace de esta adolescente una persona mucho más madura que alguien de su edad. Toda estabilidad se rompe cuando su abuela materna irrumpe en la pequeña vivienda justo cuando ellas acaban de ganar un concurso de música con el que podría cumplirse su sueño de conocer el mar.

Paradise Garden es una novela de pocos personajes, en la que acompañamos a Billie en un viaje de autoaprendizaje y conocimiento. Y lo hacemos por carreteras y bosques solitarios que le deparan aventuras de ventanas abiertas a lo inesperado. La chica, romaní de origen húngaro como su madre, acomete esta huida al volante de un viejo Nissan en busca de las respuestas que Marika, en vida, nunca le ofreció. Fischer ha concebido un personaje bastante maduro para su edad y que, aunque en este road trip experimenta situaciones a veces poco verosímiles, nos encandila con su arrojo y valentía.

Estipulado dentro del género coming of age, el libro que supone el debut literario de Elena Fischer mantiene el suspense hasta el final, cuando la joven Billie encuentra contestación a los interrogantes que Marika se llevó con ella después de sufrir una muerte accidental. Y lo hará a la vez que el lector, al que la autora deja fuera de toda anticipación de contenido manteniendo de este modo la intriga. El truco funciona porque la novela se lee de un suspiro.

En Paradise Garden, Fischer aborda las relaciones familiares desde dos polos opuestos. Por un lado, está la buena relación que mantiene la protagonista con su madre. Billie se las ingeniaba para conseguir pequeños detalles en su cumpleaños porque ya es demasiado mayor para regalarle dibujos. Sin embargo, Marika tuvo que vadear obstáculos muy oscuros con una madre de las de aquí se hace lo que yo diga. Marika es un personaje imprescindible en la trama porque es el punto medio entre los dos extremos que suponen su hija y su progenitora. “Mi abuela tenía una historia, mi madre la suya y yo también. Yo estaba en medio de ellas”, confiesa la adolescente.

Igual de patente se hace el motivo de la amistad representado aquí por Billie y su amiga Lea. Billie sabe que Lea la quiere porque es distinta y, al mismo tiempo, la odia por ello. Tampoco es fácil la amistad cuando la personalidad se está definiendo. Y esto también es parte del bagaje dramático que ha dibujado Fischer en su primera novela.

Pero, por encima de todo, es un relato sobre el duelo, la búsqueda de los orígenes, de la identidad y del descontento con Dios tras una muerte tan repentina e inesperada. Billie fantaseaba con ser escritora, un día cogió el cuaderno que guardaba debajo de su almohada y comenzó a escribir. Paradise Garden es su historia. (Esther Martín, 7 de marzo de 2025)