Igual que con la primera parte de esta trilogía, me reitero en que se parece muchísimo a la de Dolores Redondo. El formato es casi idéntico y, obviamente, como todas las segundas partes, algo más cansino. Así y todo me parece una novela bien escrita que trata un tema repugnante como el de las agresiones sexuales a niños y sus consecuencias. Ella en el epílogo lo califica de un alegato a la maternidad. Nada más lejos de la realidad. Es una trama de asesinos en serie como la primera novela. (Mira que tiene mala suerte Vitoria. Todos los piraos andan por allí.) En fin, es ficción, claro está. El protagonista, el inspector Unai Ayala es como el torero Padilla, absolutamente indestructible. Veremos en la tercera novela de la saga que es lo que ha quedado de él.
hace 5 años
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