«Ciudad de Cristal», es la primera de las tres historias pertenecientes a la consolidada como «La Trilogía de Nueva York». Una antología de historias autoconclusivas, sin aparente conexión entre ellas, más allá del escenario en que transcurren, Nueva York, y la temática que comparten, la novela negra.
Desde las primeras páginas, Auster sabe cómo encandilar al lector con su prosa refinada y pulida, dando pequeñas pinceladas de lucidez a sus reflexiones sobre lo mundano y lo pasajero que, más adelante, en obras como «El Palacio de la Luna», alcanzarían niveles altísimos de maestría. Pero, esta vez, va un paso más allá con el argumento, y en cuestión de unas pocas páginas, introduce al lector en un juego de espejos que busca sorprender y reinventar el género detectivesco. Si lo consigue o no, considero que se trata de un aspecto subjetivo, dado que, en ocasiones, la trama se diluye en esta artimaña literaria tejida por el autor para perder ciertos aspectos fundamentales, como la esencia de sus personajes o el propio fin objetivo del relato, más allá del de embaucar al espectador por puro entretenimiento y belleza artística.
Apoyado en una serie de diálogos inteligentes y muy interesantes, la intriga se mantiene constante hasta el final, como una astilla a flor de piel. Un final que, si bien puede no satisfacer a todos, da pie a profundizar en el subconsciente de cada uno para dar con una respuesta apropiada; que quizás no exista.
hace 3 años
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