Cuando se publicó El precio de la sal, su título originario, miles de personas de todo el mundo escribieron a Highsmith (más bien a su alter ego Claire Morgan) agradeciéndole que contara una historia de amor entre dos mujeres, sobre todo que lo hiciera con la naturalidad y el optimismo con que la contó. Me imagino lo necesario de aquella pequeña novela en los años 50 americanos, y entiendo que la publicación bajo pseudónimo obedecía más a una cuestión práctica que a la cobardía. Gracias a ello le siguieron publicando posteriores novelas. Leída ahora es un tanto inocente quizá, pero no ha perdido nada de frescura y es aún muy bienvenida por lo poco común que es aún en el siglo XXI el amor homosexual en cualquier arte. No esperen la novela negra policíaca de la escritora, esto es una isla en su bibliografía, quien sabe si la obra en la que hay más de ella. Lo que sí recomiendo encarecidamente es dejarse el prólogo que le hizo en los años 80 para el final, porque cuenta demasiado de la historia.
hace 9 años