Hay un poema de Oliverio Girondo, llamado \"Espera\" que de alguna manera dibuja la trama de este libro: "Esperaba, esperaba y todavía y siempre esperando, esperando con todas las arterias, con el sacro, el cansancio, la esperanza, la médula; distendido, exaltado, apurando la espera, por vocación, por vicio, sin desmayo, ni tregua. Para qué extenuarme en alumbrar recuerdos que son pura ceniza? Por muy lejos que mire: la espera es ya conmigo, y yo estoy con la espera... escuchando sus ecos, asomado al paisaje de sus falsas ventanas, descendiendo sus huecas escaleras de herrumbre, ante sus chimeneas, sus muros desolados, sus rítmicas goteras, esperando, esperando, entregando a esa espera interminable, absurda, voraz, desesperada. Sólo yo... Sí! yo sólo sé hasta dónde he esperado, qué ráfagas de espera arrasaron mis nervios; con qué ardor, y qué fiebre esperé esperaba, cada vez con más ansias de esperar y de espera. Ah! el hartazgo y el hambre de seguir esperando, de no apartar un gesto de esa espera insaciable, de vivirla en mis venas, y respirar en ella la realidad, el sueño, el olvido, el recuerdo; sin importarme nada, no saber qué esperaba: siempre haberlo ignorado! cada vez más resuelto a prolongar la espera, y a esperar, y esperar, y seguir esperando con tal de no acercarme a la aridez inerte, a la desesperanza de no esperar ya nada; de no poder, siquiera, continuar esperando." Hay aquí sin embargo, una diferencia. El protagonista de esta novela, sabe lo que espera, pero la angustia provocada por la misma es del todo comparable a la de Girondo. Leer este libro es leer nuestros miedos, nuestros temores interiores, es una novela que rezuma melancolía, que nos golpea duramente a pesar del bello, duro (y creíble) final. Giovanni Drogo, nombrado teniente, es enviado a una fortaleza ubicada en la frontera, flanqueada de montañas desnudas, arenosas, y de un desierto (el desierto de los tártaros) donde los soldados esperan la llegada de tropas enemigas. El patético sentimiento de soledad, sin la acostumbrada presencia de su madre, sus amigos, sin las luces y los ruidos de la ciudad, en contraste con las paredes amarillentas, el sonido del viento por las noches, y sobre todo la rutinaria vida en la fortaleza, sumerge a Drogo en una desesperada ansia de traslado. Mediante pretextos, y mecanismos burocráticos, le niegan (sin negarlo directamente) dicho traslado y le aconsejan quedarse cuatro meses, para no resentir la reputación de su carrera. Así, de esta manera, Drogo pasa su vida entera en la fortaleza, esperando y esperando la llegada de los enemigos para justificar su existencia y su profesión. Un comentario realizado en otra página ha acertado al decir que Drogo encarna el existencialismo. Su vida, ligada inexorablemente a la fortaleza, espera la guerra y la rechaza. Tiene deseos de partir, de iniciar una nueva vida junto a una mujer, tener hijos, pero también desea el éxito en su profesión. Esta novela está escrita bajo el influjo de Kafka. La postergación, la impotencia, la angustia, la soledad, la desesperación, la duda colman el espíritu de Drogo. Al cerrar el libro, experimenté como hace tiempo no me ocurría, una lacerante tristeza; un nudo en la garganta. El último libro que me había hecho emocionar, ha sido "La soga al cuello" de Joseph Conrad.
hace 9 años