Lo multicolor, lo variado en las formas -qué duda cabe - atrae más fácilmente a los sentidos que lo monótono. Los contrastes cromáticos producen una belleza más fresca y directa que los sutiles cambios dentro de un mismo tono. La belleza agreste, verde y montañosa de los Pirineos siempre será más fácil de apreciar que la monotonía del paisaje castellano: mar ocre infinito de tierra; mar azul interminable de cielo sin nubes; claridad deslumbradora; el ruido del viento... Pero es que la belleza de los paisajes excesivos habla más a los sentidos, y la de los paisajes austeros, espartanos, místicos casi, habla más al espíritu. Castilla le habla al alma. Y ese espíritu minimalista del paisaje se ha metido hasta el tuétano en los castellanos, reflejándose en su forma de ser, de sentir, de vivir. A todo esto - paisaje, gentes, historia, sociedad - y más cosas le canta Machado en este bello libro. Escrito, como siempre, con su dificilísima sencillez. Qué envidia.
hace 17 años
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